La creación de experiencias olfativas es una de las herramientas más innovadoras del marketing y una de las tendencias más importantes del neuromarketing. Consiste en usar fragancias en locales para crear diferentes emociones e influir en los comportamientos de los visitantes.
Beneficios de las experiencias olfativas
Entre sus muchos beneficios, nos encontramos que aumenta la sensación de bienestar, incrementa el recuerdo y garantiza una buena experiencia tanto de compra, como de estancia. Por tanto, nos encontramos cada vez con más establecimientos, de todos los sectores -retail, residencial, sanidad, restauración, etc.- que acuden a esta herramienta para darles un valor añadido a sus clientes y, por supuesto, un plus de diferenciación frente a su competencia.
“Somos capaces de reconocer hasta 10.000 olores distintos, mientras que por ejemplo, solo reconocemos 200 colores.” (Díez López, 2013)
Así pues, si una empresa es capaz de crear experiencias olfativas agradables y relacionarlas con un target determinado, los clientes permanecerán más tiempo dentro del local, lo identificarán aunque no lo vean y acabarán por convertirse en su fan.
¿Cómo se crean estas experiencias?
Pero para crear buenas experiencias olfativas primero debemos definir bien los objetivos y así enfocar la campaña de la forma correcta. Debemos saber qué queremos hacer, si incrementar las ventas por impulso, que el cliente se sienta en un clima relajado, mejorar la concentración, crear familiaridad, etc. Cada fragancia transmite uno o varios valores y debemos de escoger la idónea en cada caso.
Por otra parte, es cierto que existen fragancias capaces de englobar todas estas necesidades, pero no siempre queremos conseguir lo mismo. Por ejemplo, si estamos en un sitio de ocio como un cine o de venta rápida como una estación de servicio nos interesará más la venta por impulso, por lo que usaremos fragancias que ayuden a favorecer las ventas (gominolas, chocolates, pastelería,…). En cambio, si nos encontramos en una residencia para mayores priorizaremos valores como la familiaridad, la confianza y el bienestar en general.
Muchas veces, una experiencia gourmet se puede convertir en una mala experiencia si hay “mal olor” en los aseos del establecimiento o si hay una fragancia invasiva que devore los sabores. De la misma manera que si entras en un hotel y la fragancia elegida te recuerda a un mal momento de tu vida -detalles que marcan la diferencia entre una buena y mala experiencia en el establecimiento. Por estos motivos, debemos de cuidar mucho la selección que hagamos porque las experiencias olfativas quedan en nuestros clientes de manera imborrable.